PROMESA
En alguna mañana azul y florecida
iremos dulcemente, con las manos unidas
a escuchar las historias que el arroyo murmura
ante el fácil asombro de las piedras desnudas . . .
No diremos, amado, una sola palabra:
hablarán nuestros ojos su lenguaje de magia,
y la brisa curiosa llegará muy callada
sin romper el embrujo de la hora encantada…
Después . . . como un racimo de hermosas uvas nueva
– tronchadas de la vid por manos tempraneras –
yo dejaré en tu boca con un poco de miedo,
el sabor ignorado de mis besos primeros . . .