CUANDO ABRES TU CASA
Cuando abres tu casa
los amigos entran, escarban,
dejan sus cenizas, sus migas,
la risa en las paredes como una araña.
En el piso la sombra bailando, la goma de los días.
Sus palabras son animales muertos que barres.
Si se marchan,
la casa es una boca de lobo
y quieres huir de sus dientes, del insomnio,
de ti mismo.
Pero con frecuencia los amigos regresan.
Vienen buscando un olor perdido, una moneda antigua,
el hueco de su cuerpo en la silla,
la música que olvidaron.
Entonces,
ya nadie sabe dónde comienza el vacío,
si es mejor estar antes o después de la puerta,
si la luna entra o sale de la casa.