FANTASMAS
Los fantasmas nacen desnudos, como sus dueños,
pero luego se visten con ropas color atardecer
en los ojos de la muchacha que tiembla.
Son títeres que armamos en la infancia,
pedazos de piel, retazos de voces,
crecen como lama detrás de la frente
y nunca nos abandonan.
Son tan personales como la voz o la memoria.
Nadie ha visto un fantasma que no le pertenezca,
que no ame como a sus ojos cerrados ante el espejo.
Los fantasmas tienen nombre y apellido,
son ciudadanos dentro de nuestros huesos.
Claro que existen. Tienen el rostro de tu miedo.