COTIDIANA
Pasa una ambulancia en busca de un herido,
da vueltas el sonido rojo
ávido de golpes, de caídas,
buitre que ruega al cielo su alimento.
Todos nos revisamos el cuerpo
no sea que exista un agujero
y por ahí se nos escapen las ganas de movernos,
de empujar los zapatos.
Alguien ha visto pasar nuestro nombre
en el desfile de los rezos.
Es posible que ya estemos muertos
y sigamos erguidos como troncos
que engañan a los pájaros.